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Qué hacer en Barcelona

Barcelona es una de las cinco ciudades más turísticas de Europa y un polo de atracción para más de 30 millones de visitantes anuales. Para entender dónde radica el secreto de su éxito, hoy hablaremos de los edificios y lugares de interés de Barcelona, las múltiples experiencias gastronómicas que allí te aguardan y los hechos históricos que convirtieron una pequeña colonia romana en una urbe vibrante.

QUÉ VER EN BARCELONA

La capital catalana cuenta con un abanico prodigioso de obras maestras únicas y monumentos asombrosos de muy diversa índole. Sin ir más lejos, en ella puede admirarse el patrimonio de los inimitables Antoni Gaudí, Pablo Picasso, Joan Miró y Antoni Tàpies. Asimismo, Barcelona ofrece otros muchos tesoros, como iglesias y galerías de arte, teatros, museos y numerosos rincones de interés sin paragón.

Para entender mejor los giros históricos que dieron paso a esta ciudad multicultural, merece la pena visitar los principales museos de Barcelona, tales como el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Situado en el emblemático edificio del Palau Nacional de Montjuïc y cerca del conocido Palau Sant Jordi, ofrece a sus visitantes una rica colección de escultura, pintura, numismática y fotografía, que cubren 1.000 años del arte catalán. Tampoco hay que perderse el Museo de Historia de Cataluña, ubicado cerca del mar y con una exposición estructurada cronológicamente desde los orígenes del territorio catalán hasta la actualidad, o el Museo de Historia de Barcelona, cuyas sedes principales se hallan en el barrio Gótico, y que conserva hallazgos de la época romana y medieval. Pero hay mucho más, al margen del legado histórico: para acercarte a la cultura catalana actual, vale la pena visitar los centros de arte moderno como el MACBA o el CCCB, ambos ubcados en el mítico barrio de Raval. Si pensáis pasar únicamente un día en Barcelona, os recomendamos visitar otras joyas arquitectónicas de fama mundial, tales como las que resumimos a continuación.

  • Casa Milà (La Pedrera)

Construida entre 1905 y 1910, se trata de una de las grandes obras de Gaudí en Barcelona. Su nombre viene de Pere Milà, el abogado e industrial que encargó su construcción. A su vez, el sobrenombre de La Pedrera tiene que ver con su fachada de piedra gris irregular y forma ondulada. Las visitas guiadas suelen comenzar en la terraza, entre las chimeneas, que parecen evocar coloridos caballeros medievales.

  • La Sagrada Familia

También rubricada por Gaudí, la construcción de esta famosa catedral empezó en 1882 y, según las previsiones, debería de estar lista para el centenario de la muerte del arquitecto, en el 2026. Su interior parece un bosque mágico lleno de grandes árboles con una altura que alcanza los 90 m. La luz que entra a través de agujeros cubiertos con cristales policromados, como si se tratase de hojas imaginarias. El estilo de las dos fachadas principales es muy diferente. La más antigua es la fachada de la Natividad, dedicada al nacimiento de Cristo. Por su parte, la fachada de la Pasión es más reciente y expone las esculturas que representan la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús.

  • Park Güell.

El proyecto del parque fue encargado a Gaudí por Eusebi Güell en 1900, lo que explica su denominación. El genio de Reus lo diseñó como una ciudad-jardín alejada del bullicio ciudadano. En 1984, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ubicado en alto, este parque urbano es famoso por sus vistas magníficas y sus plantas tropicales. Sus características más notables son sus mosaicos coloridos —elaborados con la famosa técnica del trencadís utilizada por el gran maestro en muchas de sus obras—, y el inquietante dragón que vigila la fuente cerca de la entrada. Su aspecto es tan cautivador que uno puede sentarse aquí y disfrutar de las vistas durante un buen rato.

  • Las Ramblas.

Esta emblemática calle, una de las más populares de Barcelona, se extiende por casi 1,5 km y conecta el corazón de la urbe —la plaza de Catalunya— con el puerto, donde se alza el monumento a Cristóbal Colón indicando hacia América (si bien está mal orientado). La calle más turística de la ciudad está llena de quioscos con souvenirs, artistas callejeros disfrazados y cubiertos de tinta de pies a cabeza, cafés y restaurantes, pintores y dibujantes. Bajando por les Ramblas, se pueden ver varios edificios históricos, el famoso mercado de la Boqueria —uno de los 10 mejores mercados del mundo, según dicen— y el maravilloso Gran Teatro del Liceo donde uno puede pasar una magnífica velada asistiendo a una función de ópera o ballet.

  • Tibidabo.

Mide 512 m y constituye la montaña más alta de sierra de Collserola. Desde allí, es posible contemplar vistas impresionantes no sólo de la ciudad. De hecho, en días despejados, se pueden ver incluso las cimas de Montserrat. La cima de Tibidabo acoge el parque de atracciones, repleto de propuestas para toda la familia. El templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús se inspira en el Sacré Cœur de París, también está situada aquí desde 1902. Si te gusta el deporte, puedes recorrer este monte gracias a estas rutas en bici por Barcelona.

QUÉ COMER EN BARCELONA

Los ingredientes frescos producidos en la región, que se extiende desde la costa mediterránea hasta las estribaciones de los Pirineos, son el pilar de la cocina catalana. Una gran cantidad de mariscos, pescados, jamones, embutidos, quesos y verduras se mezclan con los suculentos platos de esta tierra. Sus restaurantes de alta gama y pequeños bares de barrio han convertido Barcelona en un imán para los gourmets. De todas formas, los platos locales tradicionales como la escudella y la carn d’olla, el pan con tomate y el bacallà a la llauna son una experiencia gastronómica impagable. A continuación, te resumimos otras delicias que se pueden degustar en Barcelona, así como los platos catalanes más típicos:

Crema catalana. Un irresistible postre de dulce crema pastelera recubierta de una capa de caramelo quemado. Su fama es internacional.

Calçots. En invierno y a principios de la primavera, no pueden faltar estos exquisitos cebollinos ahumados. Se consumen después de retirar la piel, mojándolos en salsa romesco y regando la comida o calçotada con un buen vino.

Fideuà. Esta tradicional paella catalana se prepara con fideos pequeños y finos en vez de arroz. Normalmente, consiste en una combinación de mariscos, carne, pollo o verduras, y siempre sabe mejor si va acompañada de una botella de vino blanco y buena compañía.

En cualquier caso, al haber sido encrucijada de tantas culturas, Barcelona ofrece una generosa cantidad de restaurantes y bares, con platos típicos de todas partes de España, tales como la cocina andaluza, gallega o vasca, u otras especialidades internacionales. El visitante podrás disfrutar de ellas en restaurantes ubicados en el distrito del Eixample, o bien en los barrios la Ciutat Vella, el Raval y Gràcia. Y si quieres degustar algunos de los platos más conocidos, te recomendamos los mejores bares de tapas de la Barceloneta.

Un poco sobre la historia de Barcelona

Ambicionada y conquistada por diversos pueblos, Barcelona es la segunda ciudad más grande de España y uno de los destinos turísticos más populares del mundo. Pese a todo, los barceloneses luchan por mantener su propia identidad cultural.

La historia de esta ciudad comienza en el siglo I a.C., cuando veteranos de tres legiones romanas fundaron la ciudad de Barcino. Los romanos gobernaron Hispania, la actual España, durante los siguientes 600 años, difundiendo el derecho romano, el idioma y la cultura por esta zona. Después vinieron los visigodos, quienes establecieron su capital aquí (531-554). En el año 711, el reino visigodo llegó a su fin con la invasión árabe procedente del norte África. Sin embargo, esta situación no se prolongaría mucha, ya que las tropas de Ludovico liberaron la ciudad a comienzos del siglo y se instalaron en estas tierras para vigilar el flanco sur del Imperio carolingio. Gracias a este giro que aconteció en la historia de la Península Ibérica, Barcelona y el resto de Cataluña consiguieron a mantener sus vínculos con el resto de Europa. En el año 878, Wilfredo el Velloso se convirtió en el conde de Barcelona y fundó una dinastía que duró casi 500 años. Su persona daría paso a una de las leyendas más conocidas sobre esta tierra. De hecho, se dice que la bandera de Cataluña, con cuatro rayas rojas sobre un fondo del oro, representa sus cuatro dedos ensangrentados, deslizados sobre la superficie de un escudo antes de morir. En el año 988 llegó el momento crucial, cuando los condes de Barcelona declararon su independencia de los francos. Este hito marcaría el nacimiento de Cataluña como una nación.

La Edad Media estableció la posición de la ciudad como centro económico y político del Mediterráneo occidental, del cual han sobrevivido estos edificios medievales de Barcelona . El período de decadencia empezó entre los siglos XV y XVIII, cuando Barcelona luchaba por conservar su independencia económica y política. La culminación de esta lucha se produjo en 1714, cuando la ciudad cayó en manos de las tropas borbónicas, lo que significó la supresión de los derechos y privilegios de Cataluña.

Tras un período de intensa industrialización y crecimiento demográfico, otros de sus momentos más duros fueron la dictadura de Primo de Rivera (1923-1929), la Guerra Civil (1936-1939) y la dictadura de Franco (1939-1975), que precedieron la recuperación de valores democráticos en 1978. Los Juegos Olímpicos celebrados aquí en 1992 dieron un nuevo impulso al potencial de Barcelona, al tiempo que contribuyeron a la recuperación de la fuerza económica de la sociedad barcelonesa y a una nueva proyección de la cultura y la lengua catalana.

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