A poco más de 50 km de la Ciudad Condal se alza uno de los enclaves más visitados de Cataluña fuera de la capital catalana: Montserrat. Este macizo atrae tanto a amantes de la naturaleza como a curiosos devotos de todo el mundo tanto por la singularidad de su enclave como por el misterio que lo envuelve.

Ver una ciudad desde otras perspectivas a las que no estás acostumbrado es un verdadero privilegio, y el caso de Barcelona no es ninguna excepción. El auge de los rooftop bars, bares situados en las azoteas de los edificios, es un hecho.

Barcelona es mucho más que una de las ciudades más admiradas del mundo. De hecho, su provincia también es un auténtico regalo para los sentidos por los muchos alicientes que ofrece.

La historia de Barcelona y su sorprendente evolución están estrechamente ligadas al Mediterráneo. Este mar no sólo le ha conferido el espíritu abierto, multicultural y cosmopolita que siempre la ha acompañado: también la ha ayudado durante siglos a potenciar el comercio y, por descontado, ha contribuido a convertirla en un importantísimo centro turístico.

Barcelona es uno de esos destinos capaces de sorprender al viajero en cada visita. No importa las veces que se hayan recorrido las calles de la Ciudad Condal: en cualquiera de ellas, el recién llegado encontrará nuevos alicientes, secretosy sensaciones que justificarán una escapada de fin de semana o viaje de última hora.

En la inmensa mayoría de ciudades, la llegada del calor invita a hacer las maletas y poner rumbo a destinos en los que el termómetro dé una tregua, y donde el ocio no cuelgue el cartel de CERRADO POR VACACIONES.

Pocas ciudades del mundo pueden presumir de combinar un patrimonio monumental ingente con increíbles playas urbanas, perfectamente acondicionadas y aptas para el baño. Sin embargo, la capital catalana se cuenta entre ellas.

Ha llovido mucho desde la primera vez que alguien habló de la Costa Brava. Concretamente, fue en 1908 cuando el periodista Ferran Agulló acuñó el topónimo para referirse al fotogénico litoral de Girona, cuyas accidentadas formas y sus sobrecogedores paisajes, repletos de magníficas calas y playas, dejan al visitante sin palabras.

Hay un refrán que dice que en el pote pequeño se guarda la mejor confitura. Una máxima que podría aplicarse a Barcelona: una ciudad de poca extensión —apenas 100 km2—, pero con una oferta monumental y de ocio inagotable.

Avenidas, monumentos, museos, tiendas y centros comerciales, bares, discotecas, conciertos… Sin duda, Barcelona es un paraíso para aquellos urbanitas que desean sacarle el máximo partido a la gran ciudad.

Sin ánimos de hacer sombra a la Sagrada Familia, el barrio Gótico o la montaña de Montjuïc, Poblenou es uno de esos lugares de Barcelona que merecen ser descubiertos sin prisas.

A pesar de que Barcelona es un destino ideal para visitar en cualquier momento del año, la primavera es quizás la época que mejor le sienta. Además de llenar de color sus parques y jardines, el abanico de propuestas para aprovechar al máximo tu paso por la capital catalana se hace aún más extenso.